Disbiosis intestinal

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La disbiosis intestinal es un trastorno de la flora bacteriana del tubo digestivo. Las causas de la enfermedad incluyen el estrés crónico, la dieta y el uso injustificado de antibióticos y estimulantes (alcohol). Los síntomas de la disbiosis intestinal incluyen dolor abdominal, hinchazón, pérdida de apetito, diarrea o estreñimiento. Los probióticos, junto con una dieta adecuada, se utilizan para tratar los intestinos enfermos. La disbiosis puede provocar enfermedades más graves, como la celiaquía o el síndrome del intestino irritable.

¿Qué es la disbiosis intestinal?

El tubo digestivo humano, situado en un pequeño espacio del cuerpo, desempeña un papel fundamental en la absorción de los nutrientes ingeridos en forma de alimentos. Pero esta no es su única función. La mayor parte del tejido linfático se encuentra en el aparato digestivo. Los linfocitos son responsables de la inmunidad de nuestro organismo.

El tubo digestivo humano tiene una superficie enorme: entre 300 y 500 metros cuadrados.

La flora intestinal es, por tanto, responsable de la protección contra los agentes patógenos. Estos microorganismos, perjudiciales para el ser humano, también pueden entrar en nuestro organismo a través de los alimentos. Las sustancias de nuestros medicamentos también pueden tener un efecto negativo en la microflora intestinal, lo que provoca una reducción del número de bacterias del género Lactobacillus. Estas bacterias viven en el tubo digestivo y tienen funciones protectoras.

La escasez de estas valiosas bacterias conduce a una desregulación de la flora intestinal y, en consecuencia, a la disbiosis intestinal. La disbiosis se produce periódicamente en muchas personas. Sin embargo, puede ser muy molesto y difícil de regular.

Causas de la disbiosis intestinal

Son muchos los factores que pueden influir en el desarrollo de una disbiosis intestinal.

Las causas más comunes de disbiosis intestinal son la terapia antibiótica a largo plazo y una dieta deficiente.

Los antibióticos nos ayudan a combatir los patógenos dañinos, pero también destruyen las bacterias intestinales beneficiosas que favorecen la inmunidad. Los inhibidores de la bomba de protones, es decir, los medicamentos contra la acidez y los analgésicos, también tienen un efecto destructivo sobre la flora intestinal.

Las bacterias de la mucosa intestinal son valiosas porque :

  • ayudan en el proceso digestivo;
  • facilitar la formación de las vitaminas necesarias;
  • sirven de escudo protector del epitelio intestinal contra las sustancias patógenas;
  • neutralizar toxinas
  • favorecer la acción de los medicamentos
  • mejorar el funcionamiento del sistema inmunitario en la mucosa intestinal.

En la mayoría de los casos, las causas de la disbiosis son múltiples y la terapia antibiótica a largo plazo es el último paso que conduce a la disbiosis intestinal. Los intestinos sin bacterias beneficiosas no son capaces de realizar correctamente su función inmunitaria. Para apoyar su labor, debe aplicarse un tratamiento probiótico (probioterapia).

La malnutrición también puede contribuir a la disbiosis. La baja ingesta de fibra dietética, el consumo excesivo de alimentos muy procesados, el consumo excesivo de alcohol y el bajo consumo de agua pueden dañar gravemente la microbiota intestinal. Un estilo de vida estresante y la contaminación ambiental también afectan a la microflora intestinal.

Los probióticos ayudan a reponer la microflora intestinal destruida por los antibióticos. Aportan al organismo bacterias buenas como el Lactobacillus y el Bifidobacterium. Ayudan a restablecer el buen funcionamiento del sistema digestivo.

La toma prolongada de antibióticos puede provocar enfermedades como la disbiosis intestinal.

Síntomas

Los síntomas de la disbiosis intestinal incluyen:

  • dolor de estómago y flatulencias;
  • diarrea o estreñimiento;
  • Cambios en la consistencia de las heces;
  • Náuseas;
  • Vómitos;
  • pérdida de peso;
  • retraso del crecimiento;
  • falta de apetito;
  • ardor de estómago.

Los síntomas son tan molestos que no pueden ignorarse. La disbiosis no tratada puede derivar en enfermedades más graves como infecciones, enfermedades gastrointestinales, así como enfermedades crónicas del hígado, los riñones, la piel y el sistema respiratorio. Si no se trata adecuadamente, la enfermedad también puede provocar trastornos del sistema inmunitario, como celiaquía, intolerancias alimentarias, artritis reumatoide e infecciones recurrentes.

Diagnóstico

Tras sospechar la posible existencia de una disbiosis intestinal, debe realizarse un análisis de heces y un coprocultivo. Deben cuantificarse los grupos de microorganismos:

  • Flora residente normal: E. coli, Enterococcus sp. Lactobacillus sp., Bifidobacterium sp., Bacteroides sp. entre otros;
  • Microorganismos transitorios: Klebsiella pneumoniae, Pseudomonas sp, Staphilococcus sp. Streptococcus sp., E. coli lactosa negativa…
  • Flora enteropatógena: Salmonella sp, Yersinia sp…
  • Levaduras: Candida sp;
  • Mohos: Aspergillus sp;
  • Parásitos y virus cuando sospechemos una disbiosis más avanzada.

Las heces se consideran normales si presentan concentraciones óptimas de los siguientes microorganismos:

  • E. coli:
  • Enterococcus sp;
  • Lactobacillus sp;
  • Bifidobacterium;
  • Bacteroides sp. y Prevotella sp.

Tratamiento

Tras el diagnóstico definitivo de disbiosis intestinal, el tratamiento irá dirigido fundamentalmente a reequilibrar la flora intestinal. El objetivo es crear las mejores condiciones posibles para normalizar la permeabilidad intestinal, la motilidad, el metabolismo y otras funciones del intestino. Una forma natural de lograr el equilibrio es administrar probióticos.

Los probióticos son (en su mayoría) agentes orales que contienen cepas de Lactobacillus y Bifidobacterium. Cuando se introducen en los intestinos, contribuyen a recolonizarlos con microorganismos beneficiosos y, de este modo, los protegen de los invasores patógenos. Al elegir un probiótico oral, es importante comprobar si contiene cultivos bacterianos vivos. Los probióticos son totalmente seguros para la salud. La ventaja de los preparados probióticos orales es sin duda el hecho de que pueden utilizarse durante la terapia antibiótica.

¿Cómo prevenir la disbiosis intestinal?

Para prevenir la disbiosis intestinal, debemos centrarnos en los alimentos de origen vegetal. Debemos asegurarnos de que nuestra dieta se compone principalmente de frutas y verduras, legumbres, frutos secos naturales, cereales integrales, tubérculos y semillas. Esta es una de las mejores formas de cuidar nuestra microbiota.

Por otro lado, hay que limitar el consumo de proteínas animales. Deberías obtener todas tus proteínas de alimentos vegetales. Sin embargo, si también desea consumir proteínas animales, debe hacerlo con especial moderación. Las mejores opciones son los pescados azules pequeños y los huevos ecológicos. La carne roja procesada debe evitarse o limitarse en la medida de lo posible.

Coma grasas de buena calidad. El aceite de oliva virgen extra, las nueces, los aguacates y las semillas oleaginosas (lino, sésamo, calabaza, girasol) tienen un excelente perfil graso. Además, estos alimentos son ricos en polifenoles, que tienen un efecto beneficioso sobre nuestra microbiota. Los frutos secos, por ejemplo, especialmente las almendras y los pistachos, tienen un potente efecto prebiótico. Además, parece que su consumo aumenta la presencia de Lactobacillus y Bifidobacterium en nuestra microbiota intestinal.

Cocine los alimentos de forma saludable. Las mejores opciones son cocinar al vapor, escaldar, saltear y guisar a fuego lento. De este modo, nos beneficiaremos más de los fitoquímicos presentes en las verduras.

Evite el estrés, el tabaco, el alcohol y el sedentarismo. El ejercicio regular tiene un efecto positivo en nuestra microbiota intestinal. Razón de más para mantenerse físicamente activo.

El artículo Disbiosis intestinal apareció por primera vez en CheckFood.

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