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¿Quién no ha caído alguna vez en la tentación de un plato congelado, con un sabor más que aceptable, listo en menos de 10 minutos (si no 5), después de un día ajetreado y estresante o simplemente por falta de tiempo?
Las comidas preparadas, y más en general los productos transformados, hicieron su aparición en Francia para el gran público en los años 70 y 80, y poco a poco revolucionaron la vida cotidiana de millones de franceses. Tienen muchas ventajas, pero la principal es que ahorran tiempo a los hogares. La mayoría de los hogares tienen ahora dos personas trabajando a tiempo completo y, al igual que los electrodomésticos, la aparición de estos productos transformados se convertirá en un verdadero símbolo de modernidad.
Más de 40 años después, los alimentos procesados son bien conocidos por el gran público y su consumo se ha disparado, pero la imagen que tenemos de ellos también ha evolucionado mucho. Durante este tiempo se han llevado a cabo numerosos estudios que han puesto de manifiesto que el aumento del consumo de estos productos podría tener consecuencias perjudiciales para la salud de los consumidores (diabetes, sobrepeso, enfermedades cardiovasculares, disbiosis intestinal, etc.). Demasiado grasos, demasiado dulces, demasiado salados, una gran fuente de aditivos para mejorar las cualidades organolépticas o la conservación, estos productos, caracterizados por su hiperpalatabilidad, no cuentan con el favor de la profesión médica.
¿Cómo podemos deshacernos de ellos? He aquí algunas respuestas que pueden inspirarnos en nuestra vida cotidiana.
Soluciones cotidianas
Un producto transformado (o ultraprocesado) se caracteriza generalmente por la presencia de al menos 5 ingredientes ensamblados o reconstituidos mediante uno o varios procesos industriales. En el extremo opuesto se encuentran los productos crudos, es decir, productos no procesados que suelen contener menos de 5 ingredientes (fruta, verdura, pescado, carne, semillas, cereales, etc.).
La solución más obvia para limitar el consumo de productos transformados es, por tanto, favorecer la compra de productos crudos, y transformarlos y ensamblarlos uno mismo mientras se cocinan. Uno de los principales obstáculos es el tiempo que lleva cocinar, y es cierto que no todos los hogares disponen del mismo tiempo para cocinar todos los días.
Una de las formas más sencillas de ahorrar tiempo es elegir un momento de la semana para cocinar los platos con antelación. Es más fácil encontrar un hueco de 2-3 horas consecutivas a la semana que de 30-60 minutos al día;
La gran mayoría de las recetas se pueden congelar, lo que permitirá conseguir a diario el efecto «listo para cocinar» con sólo tener que descongelar en 5 minutos una receta previamente cocinada, al tiempo que se evitan los impactos negativos de los productos procesados. Estos momentos de «cocina por adelantado» son también una oportunidad para cocinar en cantidades mayores de lo habitual, siempre con vistas a ahorrar tiempo;
También existen multitud de libros de recetas, y ahora es aún más habitual encontrar nuevas recetas directamente en Internet a través de páginas especializadas, blogs o vídeos de YouTube. Es una buena forma de renovarse con regularidad y probar nuevos alimentos en los que quizá no pensaría instintivamente.
Además, existe una alternativa cada vez más popular en los hogares: las ollas de cocción lenta. Creemos que es importante desmentir un viejo mito: no, no todos son tan caros como los procesadores de alimentos de gama alta como la Thermomix. De hecho, una simple multicocina (Cookeo, Cook4Me, o CookAtHome etc.) que te permite hacer recetas a partir de ingredientes crudos, se vende ahora por menos de 200€. Estos electrodomésticos representan una inversión sostenible y ahorran mucho tiempo en el día a día. También en este caso, existe una gran variedad de recetas disponibles directamente en Internet para cada uno de estos aparatos.
Sensibilización generalizada
Sin embargo, las soluciones mencionadas no bastan por sí solas para orientar a los consumidores en su elección de productos.
En los últimos años, hemos asistido a una voluntad real por parte de muchos agentes sanitarios de poner freno a este fenómeno y garantizar que la salud de los consumidores pueda preservarse en el futuro.
El Consejo Superior de Salud Pública francés (HCSP) ha añadido a sus objetivos a alcanzar de aquí a 2022, el de reducir el consumo total de productos transformados y ultraprocesados en un 20% con respecto al consumo medio en Francia en 2019. Este ambicioso objetivo pone de relieve los grandes proyectos llevados a cabo por numerosos equipos de investigación en Francia y en todo el mundo, así como el desarrollo de herramientas innovadoras.
La herramienta más sugestiva en relación con los productos transformados es la clasificación NOVA. Esta clasificación es el resultado de varios años de investigación por parte de equipos brasileños a principios de la década de 2000. La primera presentación de esta herramienta se hizo en 2009, aportando una idea innovadora, la de clasificar los alimentos en 4 categorías del 1 al 4 (como la Nutri-Score francesa, por ejemplo), correspondiendo el grupo 1 a los alimentos poco o nada procesados, y el grupo 4 a los alimentos ultraprocesados.
Esta clasificación está ahora reconocida internacionalmente, pero su uso aún no está totalmente generalizado. El sitio web OpenFoodFactuno de los principales actores en la referenciación colaborativa de productos comercializados en todo el mundo, ha optado por integrar esta puntuación NOVA en su plataforma desde principios de 2021. Pero el uso de esta clasificación aún no está democratizado, y menos aún impuesto. No cabe duda de que esta práctica evolucionará en los próximos años, siguiendo el ejemplo de la Nutri-Score mencionada anteriormente, que cada vez se encuentra más en los envases de productos industriales, aunque actualmente no exista obligación de mostrarla.
Mientras tanto, existe un sencillo truco cuando compramos alimentos, es aconsejable detenerse un momento en la lista de ingredientes, para hacer, como ya se ha dicho, un recuento rápido, y si el número total de ingredientes es superior a 5, muy a menudo se trata de un alimento que ha sufrido numerosas transformaciones.
Concluiremos, como suele ocurrir, citando a Paracelso: «todo es veneno, nada es veneno, es la dosis la que hace el veneno». Tengamos en cuenta que estos productos pueden ser parte integrante de una dieta variada, equilibrada y agradable, sólo evitemos utilizarlos a diario.
El artículo ¿Cómo escapar de los productos procesados? apareció por primera vez en CheckFood.
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