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El impulso de comer sin hambre, por compulsión, tiene una utilidad, sí, nos permite desviar nuestra atención de los pensamientos de tristeza, ansiedad o rabia que nos recorren para que dejemos de sentir estas emociones preocupantes o dolorosas.
Estos antojos de comida también pueden desencadenarse por emociones menos intensas que requieren más atención para detectarlas :
- Fatiga al final del día;
- Aburrimiento, cuando estás dando vueltas en casa;
- La necesidad de complacerse a uno mismo (necesidad de recompensa, a menudo arraigada en la infancia);
- La necesidad de sentirse bien (necesidad de consuelo, de llenar un vacío, una carencia).
Todas estas sensaciones son señales que te envía tu cuerpo, una alerta, una alarma que debes detectar para dejar de sufrir estos antojos y retomar el control de tu vida, de tus elecciones y de tu cuerpo.
Antojos emocionales
La mayoría de las veces, cuando sientes emociones que consideras demasiado intensas, intentas anularlas comiendo.
Con el tiempo te vuelves hipersensible a tus emociones, por lo que las compulsiones alimentarias se multiplican. Entonces temes perder el control, temes engordar o te sientes culpable por lo que has comido o vas a comer. Y caes en el círculo vicioso del control de la comida y los trastornos alimentarios.
Cómo liberarse de los antojos emocionales de comida:
- Intenta ocuparte, pensar en otra cosa para llenar el vacío del momento: cine, lectura, actividad (creativa o deportiva),…
- Intenta relajarte y desconectar por diversos medios (audios de relajación, podcasts,…)
- No te sientas culpable. Porque comer también es un regulador natural de las emociones. Es normal comer para calmarse, relajarse, sentirse bien y encontrar la serenidad. Es un comportamiento que se da en la mayoría de los mamíferos y que suele estar anclado en nuestra conducta desde la infancia.
Algunos alimentos tienen este poder reconfortante y otros mucho menos. Los alimentos hipercalóricos (grasos y dulces, sobre todo) son los más reconfortantes…
Te aconsejo que afrontes cada impulso emocional de comer y no luches contra él, disfruta de tu comida reconfortante con plena conciencia.
¿Cómo? Sentado cómodamente con la espalda recta, en un lugar tranquilo si es posible.
Excesos al final del día
La forma en que transcurre el día, tanto desde el punto de vista alimentario como psicológico, determina cómo será la noche. El aspecto de tu noche determinará tus hábitos alimentarios.
Varios factores pueden contribuir a que comas en exceso al final del día.
Hambre nocturna: Durante el día puedes tender a olvidarte de tu cuerpo e ignorar tu hambre. Esta hambre descuidada durante el día puede volverse intensa (gran hambre) por la noche. Requerirá una respuesta alimentaria urgente y contundente. Entonces comerá alimentos calóricos deprisa y en grandes cantidades.
Restricción cognitiva: si cuidas lo que comes para adelgazar, te prohíbes tus comidas favoritas: con el miedo a consumirlas incluso en pequeñas cantidades, esto generará un deseo creciente con esfuerzos cada vez mayores por controlar. Estas prohibiciones conducen a pensamientos obsesivos sobre la comida, tu peso, tu cuerpo, que desembocan en emociones secundarias (miedo a engordar o a no adelgazar, culpabilidad, ira o depresión).
Estos pensamientos y emociones se denominan «restricción cognitiva» y son el origen de los antojos emocionales y de comer en exceso.
Antojos emocionales de comida por la noche: El momento de volver a casa es también el momento en el que corre el riesgo de enfrentarse a diferentes pensamientos y emociones aparcados durante el día: problemas profesionales o privados, preocupaciones de dinero, rumiaciones sobre el pasado o inquietudes sobre el futuro, ira, depresión, ansiedad, culpabilidad, aburrimiento, agotamiento nervioso y emocional,… En todos estos casos, el deseo emocional de comer disminuirá la intensidad de las emociones sentidas…
Comer para tener valor y energía: Para muchos, el día está lejos de terminar cuando se llega a casa por la tarde. Los padres tienen que ocuparse de sus hijos o usted habrá traído unos expedientes urgentes para terminar después de cenar,…
Entonces comes sin preocuparte de si tienes hambre, para darte fuerzas. Este es un caso especial de comer emocionalmente.
La necesidad de recompensa : La necesidad de recompensarse con comida, después de un día duro o para celebrar un éxito, puede llevarle a felicitarse por el esfuerzo realizado comiendo sin tener necesariamente hambre. A continuación, buscará los alimentos que más le gusten.
Aprender a disfrutar para no sufrir más
Los alimentos ricos en calorías, ya sean grasos, salados o dulces, no son un obstáculo para adelgazar; al contrario, pueden ayudar a perder peso. Pero para ello hay que dejar de demonizarlos y saber consumirlos como se debe:
- Si comes con hambre te invito a que prestes atención a tu sensación de saciedad para comer la cantidad necesaria, despacio, saboreando, en una postura adaptada (estamos de acuerdo en que comiendo erguido con la tele encendida te será muy difícil escucharte);
- Si come para calmar sus emociones, preste atención al momento de bienestar, el momento en que se siente mejor, para comer de nuevo la cantidad necesaria y, sobre todo, ¡muy despacio!
No te prives de estos alimentos tabú porque son las privaciones y las prohibiciones las que conducen a las compulsiones y los excesos. Cuanto más controlada y frustrada estés, más intenso será el ansia.
Lo ideal es, por tanto, degustar estos alimentos calóricos para aprovechar al máximo su sabor y sentir un verdadero placer gustativo.
Aprenda a disfrutar de estos alimentos ricos en calorías para poder comerlos sin engordar. Así de sencillo. Y funciona…
El artículo Cuando nuestras emociones nos llevan a comer apareció por primera vez en CheckFood.
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