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Como dietista liberal, formada por el G.R.O.S. (Groupe de Réflexion sur l’Obésité et le Surpoids), comparto hoy con ustedes un extracto de una consulta que tuvo lugar en mi despacho. El paciente (» P «) se pone en contacto conmigo por teléfono y me dice que tiene sobrepeso, yo (» T » por terapeuta) me reúno con él/ella por primera vez.
Curso del nombramiento
P: «Hola, me gustaría perder unos diez kilos. Ya he probado a comer una manzana al día, he hecho las dietas de ****, he suprimido el azúcar y las grasas, he comido al vapor, …. A veces funciona, pero normalmente al cabo de un tiempo recupero todo el peso y algo más. Esta vez, quiero que sea sostenible y para eso, me he comprado una báscula, estoy dispuesta a pesarlo todo, a ser más estricta, voy a aguantar y a no rajarme, voy a seguir tus consejos al pie de la letra, dime lo que tengo que hacer.
T: No hay duda, tienes una voluntad de hierro y tu motivación ya no está por demostrar. Sólo, ¿estás seguro de que el método está adaptado? Tú mismo dices que, al cabo de un tiempo, vuelves a tus antiguos hábitos y ahora estás en un peso superior al que tenías al principio, sin haber dejado nunca de querer adelgazar…
P: Estoy de acuerdo, pero ¿cómo se hace?
– T: ¿Qué cree que le impide perder peso a largo plazo?
P: ¡Azúcar! Soy adicto a ella. Me resulta imposible prescindir de él…
¿Qué le parece, entonces, trabajar en las cantidades de otros alimentos, los que no son dulces, en primer lugar? Al comerlos en cantidades más pequeñas, tu peso empezará a bajar.
P: Bueno, no puede funcionar, es el azúcar que engorda ¡!
T: ¿Qué crees que engorda más: 100 calorías de azúcar o 100 calorías de brócoli?
P: Es obvio, 100 calorías de azúcar me harán engordar. El azúcar se almacena y no aporta los mismos beneficios al organismo que el brócoli.
– T: ¿Se imagina que lo que engorda es superar el número de calorías necesarias diariamente, independientemente de la fuente de la ingesta?
– P: Es difícil, no nos lo enseñan.
– T: ¿Lo que has aprendido hasta ahora te ha ayudado a perder peso?
P: No, ya te lo he dicho antes, he engordado…
– T: ¿Es posible que intente ver las cosas de otra manera entonces?
P: Sí, puedo intentarlo.
– T: ¿Estás de acuerdo en que tanto un kilo de plumas como un kilo de plomo pesan un kilo?
P: ¡Estoy de acuerdo!
– T: ¿Entonces 100 calorías de azúcar y 100 calorías de brécol aportan 100 calorías al organismo y tienen el mismo efecto sobre el peso?
– P: Sí …
– T: Si mi necesidad energética es de 2000 calorías diarias, cuando como 1000 calorías diarias de bollería, adelgazo, y cuando como 3000 calorías de judías verdes, engordo…
– P: Visto así ….
T: Muy a menudo, lo que impide a los pacientes que conozco perder peso es la idea de que hay alimentos buenos y malos. Comen más de lo necesario de los llamados alimentos «buenos» y se sienten culpables cuando comen los «malos». Esto no impide que coman los «malos», incluso diría que una vez que empiezan, «a joderse», comen más de lo que necesitan.
– P: ¡Me reconozco en lo que dices!
T: Si hoy tienes sobrepeso, es porque a veces le has dado a tu cuerpo más calorías de las que necesitaba. A continuación, reajustaremos gradualmente su ingesta a sus necesidades. Puede empezar por reducir el tamaño de las raciones de los alimentos que le resulten más fáciles de abandonar. ¿Qué le parece?
P: En ese caso, no voy a comer más verduras y sólo galletas. No se puede adelgazar si no se sigue una dieta equilibrada, ¿verdad? Además, voy a tener deficiencias …
– T: ¿Cree que después de meses de desayunos, comidas y cenas a base de dulces, bollería y galletas de chocolate, le apetecerá tomar una bandeja de chucherías o un plato variado y diversificado?
P: Me van a dar asco los dulces que tanto me gustan. ¿Así que ese es el secreto? ¿Para darme asco y no volver a caer en la tentación?
T: ¿Podemos imaginarnos, en cambio, permitirnos comerlos, sentir placer al hacerlo, experimentar una verdadera satisfacción después de probarlos, dejar de tener miedo de las consecuencias sobre nuestro peso, para regular naturalmente las cantidades, sin restringirnos y sin ponernos sistemáticamente en situación de fracaso?
P: Habla de iniciar una reconciliación con el azúcar en lugar de continuar la lucha, ¿es eso? ¿De verdad crees que eso me ayudará a perder peso?
T: Estoy convencido, ¿y tú?
– P: ¡Todavía tengo que poder parar cuando lo necesite! Pero además, ¿cómo sé cuál es mi necesidad? ¿Y cómo puedo respetarlo?
T: ¿Cómo crees que puedes saber si necesitas comer?
P: ¡Mi estómago, hambre!
– T: ¡Por supuesto!
P: Pero es muy difícil dejar de comer cuando ya no tienes hambre. Soy muy codicioso, ¿sabes? Sobre todo cuando a mi alrededor los demás siguen comiendo o cuando sé que queda algo de tarta…
T: ¿Crees que si no comes siempre se solucionará el problema?
P: Cuando no estoy de humor, es imposible. Sin embargo, sé que no debo picar. Es en esos momentos cuando me siento más azucarado.
T: En esos momentos, ¿el azúcar te hace sentir mejor?
P: En ese momento sí, pero luego me siento culpable. Me prometo no volver a hacerlo.
T: ¿Y funciona?
P: En realidad no, es un círculo vicioso…
– T: ¿Se imagina entonces que cuanto menos se satisfagan esos antojos más volverán?
P: Sí, pero aun así, satisfacerlos es peligroso…
– T: Al principio sí, cambiar un hábito no es tan sencillo. Lleva su tiempo. ¿Es ésta su prioridad hoy?
P: ¡Sí, desde luego!
– T: ¿Sientes que puedes hacerlo?
– P: Sí, creo que sí… «
El artículo Historia real: consulta con un dietista apareció por primera vez en CheckFood.
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