[Artículo actualizado el 19/09/2023]
Estar infectado con covid-19 se siente generalmente como un verdadero shock psicológico. Sobre todo porque la infección significa que no estás en buena forma.
- Hacemos menos deporte, con el cierre de las actividades deportivas de grupo y de interior.
- Hemos caído en una rutina alimentaria a veces desequilibrada, con una dieta menos variada.
- Tendemos a los excesos alimentarios, como los dulces, los alimentos grasos y el alcohol.
La paradoja de esta infección, el pied-de-nez del virus, es que las medidas adoptadas para contener y limitar la propagación del virus nos hacen engordar kilos de más y, si nos infectamos, corremos el riesgo de sufrir una forma más grave de infección, como la que se describe aquí: https://www.chu-lyon.fr/fr/une-etude-francaise-confirme-limportance-de-lobesite-dans-les-formes-graves-dinfections-covid-19.
Entonces, cuando ya estamos debilitados, nos dicen:
«Su análisis ha dado positivo».
¿Cuáles son las recomendaciones dietéticas para superar este calvario?
Durante la fase de infección
- Mantente hidratado: ¡el agua es la bebida esencial del organismo!
- Seguir una dieta equilibrada, variada y diversificada que aporte los nutrientes, micronutrientes y antioxidantes que el sistema inmunitario necesita para hacer su trabajo.
- Las frutas y verduras de temporada deben consumirse preferentemente crudas, ya que la vitamina C se destruye durante la cocción. La vitamina C es una de las más importantes para el sistema inmunitario.
- Consuma una ingesta equilibrada de grasas, reduciendo los ácidos grasos saturados (carne grasa, mantequilla, aceite de palma) mediante el consumo de aceite de colza, frutos secos y pescado azul una vez a la semana, que son fuentes importantes de ácidos grasos omega-3, que refuerzan el sistema inmunitario y tienen un efecto antiinflamatorio.
- Refuerza tu flora intestinal Estas bacterias intervienen en el sistema inmunitario. Los productos fermentados como el yogur, el chucrut y la kombucha son ideales para ello.
Después de esta fase viene la etapa de recuperación física, conocida como convalecencia.
Si no hay secuelas, hay que seguir una dieta equilibrada y variada, naturalmente rica en minerales, vitaminas y antioxidantes.
En cambio, si eres anósmico, es decir, si has perdido el sentido del olfato, ¡las cosas son más complicadas!
Con la pérdida del sentido del olfato también se pierde una parte del gusto ligada al olfato: el sabor, es decir, la parte de las moléculas olfativas liberadas al masticar y captadas por la mucosa nasal: el olfato retronasal. Esta pérdida del placer gustativo es muy traumática desde el punto de vista psicológico.
Sólo nos quedan las sensaciones gustativas básicas: dulce, salado, ácido, amargo y umami. Se acabó el placer de saborear una fruta fresca o una especia embriagadora; ¡se acabó el placer de analizar la finura de una buena botella de vino!
Entonces, ¿qué vamos a hacer? Pues bien, para compensar esta pérdida y reparar esta injusticia, todos tendremos la misma reacción adaptativa: comer más grasa y más azúcar.
¡Una doble paradoja!
Este virus nos va a hacer coger kilos de más, aunque ya los tengamos desde que cerraron los gimnasios, y el riesgo de enfermedad grave es mayor cuando se tiene sobrepeso… Este virus es diabólico.
¡Pero eso no nos conoce! Vamos a reaccionar juntos y a mantener la cabeza alta, y el control sobre nuestra alimentación.
- haciendo un entrenamiento olfativo, es decir, reeducando nuestro sentido del olfato. Porque es posible recuperarse, ¡sólo es cuestión de entrenamiento y autohipnosis! El virus ha desorganizado el circuito eléctrico de la infección, pero afortunadamente nuestro cerebro y nuestros nervios tienen una gran capacidad de recuperación. Para recuperarse, es necesario consultar a un especialista en rehabilitación, o bien encargar un kit de rehabilitación olfativa como el que se encuentra en este sitio: https://perte-odorat.com/.
Dos de cada tres personas consiguen recuperarse con el entrenamiento olfativo, que es una técnica eficaz, como ha demostrado la ciencia.
- Utilizando al máximo hierbas aromáticas y especias como el romero, el tomillo, el cebollino, la canela, el comino, la cúrcuma, la guindilla, el pimentón, la pimienta y, sobre todo, la cúrcuma: la cúrcuma es rica en antioxidantes y estimula tanto el gusto como el olfato.
Al mismo tiempo, limite el consumo de alimentos azucarados, grasos y salados. De hecho, para realzar el sabor, tendemos a añadir azúcar, grasa y sal, lo que puede favorecer las enfermedades cardiovasculares y metabólicas.