¿Cuáles son las consecuencias del consumo crónico de alcohol para el organismo?

[Artículo actualizado el 19/09/2023]

El alcohol, consumido con frecuencia y muy apreciado, no está exento de consecuencias para el organismo. Del consumo ocasional a la dependencia, el alcohol está presente en la mayoría de los franceses, el 87% de los cuales declara beber al menos una vez al año.

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No soy una experta en este campo, pero me apasionan la nutrición y la salud.

Los artículos que encontrarás en mi sitio son el resultado de una investigación en profundidad que me gustaría compartir contigo. Sin embargo, me gustaría subrayar que no soy un profesional de la salud y que mis consejos no deben sustituir en ningún caso a los de un médico cualificado. Estoy aquí para orientarte, pero es importante que consultes a un profesional en caso de dudas específicas o preocupaciones médicas. Su bienestar es importante. Así que asegúrate de consultar a los especialistas adecuados y cuídate lo mejor posible.

El 23,6% de las personas de entre 18 y 75 años supera las pautas de consumo diario (2 vasos al día).

Estas cifras demuestran que el alcohol está omnipresente en nuestra vida cotidiana.

Pero, ¿qué consecuencias tiene para nuestro organismo?

El cerebro

El cerebro es una de las primeras víctimas del consumo excesivo de alcohol.

El alcohol actúa como un narcótico en el cerebro. Al principio crea un estado de euforia, que rápidamente desemboca en somnolencia y entumecimiento. A largo plazo, y con un consumo medio diario de seis vasos al día, algunas células van desapareciendo progresivamente, proceso conocido como «pérdida de tejido cerebral». Esta pérdida conduce a un encogimiento del cerebro.

Más concretamente, el alcohol actúa sobre determinadas zonas del cerebro:

  • Corteza frontal: Esta zona es la sede de las funciones cognitivas superiores, como el razonamiento, las funciones ejecutivas, el lenguaje y la memoria de trabajo.
    El consumo crónico de alcohol deteriora este córtex, lo que provoca una disminución de la capacidad intelectual y desinhibición.
  • Hipocampo: desempeña un papel fundamental en la memoria y la navegación espacial. El hipocampo se ve afectado directamente, ya sea en estado de intoxicación total (amnesia) o a largo plazo (pérdida progresiva de memoria y dificultad para recordar cosas).
  • El cerebelo: controla la motricidad e interviene en ciertas funciones cognitivas. Es frecuente observar una falta de equilibrio y coordinación en las personas que han consumido grandes cantidades de alcohol. Este desequilibrio es un factor de accidentes, sobre todo en la vía pública.
  • El tronco encefálico: desempeña un papel esencial en funciones primarias como la respiración y los latidos del corazón. Cuando se consume demasiado alcohol, puede producirse una pérdida de conciencia, lo que lleva a la anestesia de esta región. Esto puede conducir al coma o incluso a la muerte.

En algunos casos, puede desarrollarse el síndrome de Korsakoff, un trastorno neurológico causado por la deficiencia de vitamina B1 (a menudo correlacionado con el alcoholismo crónico).

Actualmente se ha establecido una estrecha relación entre la depresión y el alcoholismo crónico, y el riesgo de dependencia aumenta si la salud mental está deteriorada y es vulnerable.

El alcohol actúa sobre la liberación de dopamina (neuromediador del placer) y, por tanto, puede inducir un estado de dependencia.

La dependencia del alcohol representa actualmente el 10% de los bebedores adultos en Francia. (Datos del Inserm)

También es innegable que incluso el consumo «ligero» de alcohol tiene un impacto directo en determinadas zonas del cerebro. Ni que decir tiene que el consumo excesivo crónico tiene un impacto mayor y puede causar daños irreversibles.

effets de l'alcool
Fuente: https://www.santepubliquefrance.fr/

Consecuencias para el hígado

Cuando se ingiere alcohol, el etanol se absorbe directamente a través del tubo digestivo. La mayor parte se lleva al hígado para ser oxidado. El etanol se transforma en acetaldehído, un metabolito muy tóxico.

Desde el punto de vista hepático, la primera consecuencia es la esteatosis, es decir, una acumulación de grasa en las células del hígado.

Si el consumo persiste, se desencadena una inflamación que puede incluso provocar la necrosis (muerte) de las células hepáticas. Esto conduce a la fibrosis, es decir, a la formación de tejido cicatricial.

La principal consecuencia de la fibrosis es la cirrosis, en la que el tejido hepático cambia y se endurece.

La cirrosis es una patología frecuente en alcohólicos, y puede ser la causa de ictericia o, lo que es más grave, de cáncer de hígado.

La toxicidad del alcohol puede dar lugar a una hepatitis alcohólica aguda, que provoca una muerte celular súbita e irreversible. El riesgo de mortalidad aumenta, por lo que la abstinencia total de alcohol es imperativa.

Enfermedades cardiovasculares

El impacto del alcohol en las enfermedades cardiovasculares es controvertido. Es cierto que algunos defienden desde hace tiempo los efectos beneficiosos del consumo moderado de alcohol, mientras que otros lo descalifican señalando sus efectos deletéreos sobre la salud cardiovascular.

Un metaanálisis realizado por Ronksley en el British Medical Journal estudia el impacto del consumo crónico de alcohol en las enfermedades cardiovasculares. Para ello, comparó a un grupo de individuos que no consumían alcohol con otro que no consumía más de 4,5 vasos al día. Los resultados muestran un menor riesgo de enfermedad cardiovascular en las personas que beben una media de 1,1 vasos de alcohol al día.

Los «bebedores ligeros crónicos» tienen entre un 14 y un 25% menos de probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares que los abstemios.

Por tanto, el alcohol podría desempeñar un papel protector. Este efecto protector podría explicarse por un aumento de los niveles de HDL cuando se consume alcohol. El colesterol HDL es lo que más comúnmente se conoce como «colesterol bueno». Ayuda a prevenir la acumulación de grasas en las paredes de los vasos sanguíneos, evitando así que se obstruyan. Además, el HDL ayuda a eliminar el exceso de colesterol en los órganos.

Sin embargo, otros estudios implican al alcohol como factor de aparición de enfermedades cardiovasculares.

En exceso y a largo plazo, el alcohol puede incidir en la rigidez arterial, provocando una reducción de la capacidad de dilatación o contracción que suele fluctuar en función de la presión arterial. Esto aumenta el riesgo de accidentes cerebrovasculares isquémicos o hemorrágicos.

En algunos casos, se observa un aumento del volumen del corazón en los grandes consumidores. Este aumento debilita la circulación de la sangre dentro del corazón, y se conoce como cardiomiopatía dilatada.

Para proteger la salud vascular de la forma más eficaz posible, el consumo de alcohol debe ser limitado y ocasional.

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Cáncer

El alcohol se considera cancerígeno, y los estudios demuestran que es responsable del 11% de los casos de cáncer en hombres y del 4,5% en mujeres.

El consumo crónico de alcohol incide especialmente en el desarrollo de determinados cánceres: de las vías aerodigestivas, esófago, estómago, hígado, colon y mama.

El acetaldehído, compuesto químico producido por la transformación del alcohol durante el proceso digestivo, es tóxico cuando su concentración es demasiado elevada. Es en parte responsable de la aparición de cánceres, sobre todo de hígado y mama.

Cuando el consumo de alcohol se correlaciona con el de tabaco, los efectos sobre la salud son catastróficos. El riesgo de desarrollar cáncer del tracto aerodigestivo superior aumenta porque los efectos del tabaco y el alcohol son sinérgicos.

Es evidente que existe una falta de concienciación sobre los riesgos del consumo excesivo de alcohol. En la actualidad, la salud pública tiene el honor de informar al público mediante mensajes y campañas de prevención. Pero, ¿es esto realmente suficiente?

En 2013, la industria del alcohol generó unas ventas de casi 22 millones de euros. Más que un mercado económico, el alcohol representa una auténtica tradición francesa, gracias sobre todo a la industria vinícola.

Entre economía y tradición, el alcohol es un símbolo omnipresente de los acontecimientos e hitos sociales de nuestras vidas. El alcohol es un factor social, cultural y nocivo.

La prevención y la educación sobre el consumo de alcohol deben ser sistemáticas desde la más temprana edad.

Por tanto, no se trata de prohibir el alcohol en nuestros hábitos alimentarios, sino de cambiar la forma en que lo consumimos.