[Artículo actualizado el 19/09/2023]
¿Cómo sabemos si estamos motivados para comer por una sensación real de hambre o por el deseo de comer? ¿Existe alguna diferencia entre ambas? ¿Es posible sentir hambre todo el tiempo? ¿Y es esto «normal»?
No es fácil entender al cuerpo y escucharlo cuando la moda es controlar y restringir la alimentación.
Como dietista y nutricionista, estoy aquí para responder a tus preguntas.
Para empezar, lo que tienes que saber es que una de estas dos sensaciones aporta a tu cuerpo la energía que necesita en función de su gasto calórico, mientras que la otra te empuja a comer por codicia y compulsión, lo que se traduce en la ganancia de kilos no deseados.
Entonces, ¿cuál es cuál?
«Siempre tengo hambre VS «Nunca tengo hambre
Tener hambre todo el tiempo no es lo mismo que sentir hambre de verdad, es una impresión, una sensación que tu cuerpo malinterpreta. El hambre es una sensación de comer, expresada por un hueco en el estómago, gorgoteos o una ligera constricción en la garganta.
No sentir nunca hambre es cuando no prestas suficiente atención a las sensaciones de tu cuerpo, y no es un comportamiento que vaya a animarte a mantener, al contrario.
Todo sucede en tu cuerpo, y más concretamente en tu estómago, no en tu cabeza. El hambre no se puede controlar, simplemente sucede, así de simple… Es un punto de referencia esencial que hay que escuchar y respetar para poder comer cuando el cuerpo lo necesite.
Te permite regular tus excesos alimentarios (las veces que has sobrepasado tu saciedad o has comido sin hambre). ¿Cómo se hace esto? Esperando a que vuelva el hambre para comer la siguiente vez, aunque a veces esto implique posponer las comidas. Sí, es un ejercicio difícil, pero una vez que le hayas cogido el truco, te sentirás liberado de tu plato.
El hambre también te permite disfrutar comiendo porque tus sentidos están alerta y estás preparado para disfrutar de la comida porque realmente la necesitas.
Así que no, no tienes hambre todo el día: esto es una interpretación errónea de cómo te sientes, y si nunca tienes hambre es porque no esperas lo suficiente entre comidas.
Las ganas de comer
Las ganas de comer, por el contrario, dan lugar a una ingesta de alimentos que no está motivada por la sensación de hambre. La comida se convierte entonces en una recompensa : después de un día duro, para celebrar un éxito, por aburrimiento, por costumbre, etc. Hay muchas razones por las que comes sin sentir hambre. ¿Estás familiarizado con esto?
Pero si comemos cuando nuestro cuerpo no necesita energía, ¿qué ocurre? Acumulamos kilos superfluos (emocionales) sin entender de dónde vienen, que nos pesan, de los que es difícil deshacerse…
Comer sin hambre no es nada que haya que desterrar, puede ocurrir de vez en cuando, todos tenemos compromisos sociales o familiares o a veces simplemente necesitamos un poco de consuelo, no hay nada malo en ello, pero la solución es esperar a que vuelva el hambre antes de ingerir la siguiente comida (una vez más, ¿te das cuenta?)… ¡Por fin, ese es el secreto para regular el aporte calórico que se le da a nuestro cuerpo!
¿Por qué estas emociones nos hacen comer sin hambre?
Comer para saciarnos, reconfortarnos y tranquilizarnos es un fenómeno que afecta a muchos de nosotros, es un mecanismo arraigado, quizás desde la primera infancia. Muy a menudo, cuando un niño se cae y se hace daño, le damos un caramelo para consolarle, ¡el niño registra entonces la información de que hacerse daño se calma con un caramelo! ¿Y a cuántos niños se les ha privado del postre porque se han portado mal? No se trata de señalar con el dedo a quienes te han educado -no, cada uno hace lo que puede con sus herramientas-, sino de comprender nuestra historia para poder actuar en consecuencia en el presente.
Verás, estas emociones que te hacen comer te impiden escuchar a diario las sensaciones corporales de la comida, ¡qué pena, te invito a retomar el liderazgo de tus sensaciones corporales y alimentarias!
¿Qué debemos hacer?
Afortunadamente, nada es irreversible en lo que se refiere a las sensaciones alimentarias. Empieza por permitirte comer de todo, de forma variada y equilibrada, ¡en cuanto sientas una buena sensación de hambre! Comprobarás que la necesidad de atiborrarte de comida por antojo, impulso o aburrimiento disminuirá drásticamente e incluso desaparecerá cuando trabajes contigo mismo en colaboración con un profesional de la salud.
Así que ¡sí! Cuando sientes hambre tienes derecho a comer patatas fritas por la noche, pasta con salsa y queso rallado, una hamburguesa o galletas.
Lo que nos hace engordar no es lo que comemos, sino cómo lo comemos.
¿Mi pequeño secreto? Espera a tener hambre de verdad y… Comprende que nada te hace engordar excepto: Frustración – Antojos – Culpa => ¡las 3 graciosas damas del círculo vicioso de los trastornos alimentarios!
¿Es más fácil decirlo que hacerlo?
El trabajo consiste en escuchar lo que tu cuerpo tiene que decirte… Ayudarle a calmarse. Esto empieza por ser consciente de si tienes hambre o no antes de comer. Escuchar tus sensaciones alimentarias te permitirá redescubrir una relación sana con la comida y tu cuerpo.
No dudes en pedir ayuda si crees que la necesitas. Para eso estamos los dietistas.