[Artículo actualizado el 19/09/2023]
Microbiota viene del griego micro-«pequeño» y -biote «vida». Antes conocida como flora intestinal, es nuestro jardín secreto interior.
En nuestro intestino viven 100.000 billones de bacterias, 10 veces más que el número de células de nuestro cuerpo. Somos un auténtico ecosistema, con muchas «especies» que conviven y se ayudan mutuamente.
Cada individuo tiene una microbiota específica, y no es comparable a la de su vecino. Esta microbiota es frágil. Vamos a fijarnos en nuestro intestino, al que llamamos nuestro «segundo cerebro», y después en la propia microbiota: ¡nuestras bacterias!
El intestino, nuestro segundo cerebro
Quizás incluso el primer cerebro… cuando observamos a un recién nacido, no es su desarrollo cerebral el que le informa de sus necesidades primarias, ¡sino su estómago! El hambre le despierta, el llanto puede significar cólicos o eructos… Muchas expresiones de nuestra lengua francesa están relacionadas con este segundo cerebro. Como : Le ventre noué, la peur au ventre, l’estomac dans les chaussettes… todas estas expresiones atestiguan el vínculo entre el cerebro y el intestino.
El intestino es un órgano inteligente, dotado de neuronas, como el cerebro. Hay 200 millones de neuronas en nuestro tubo digestivo. El intestino es muy grande, mide una media de 6,5 m y 250 m² cuando está desplegado (¡el tamaño de una pista de tenis!).
Estos dos sistemas nerviosos están unidos por el nervio vago y utilizan los mismos neurotransmisores y, por tanto, el mismo lenguaje. El estómago está directamente relacionado con las emociones. La serotonina, por ejemplo, da al cerebro una sensación de bienestar, y en el estómago gestiona el sistema inmunitario. El 95% de esta serotonina se produce y se libera en el torrente sanguíneo a través del intestino para llegar al hipotálamo, que gestiona nuestras emociones. Las bacterias de nuestra microbiota se comunican con nuestras células, por lo que los mensajes influyen en nuestro estado de ánimo.
Por eso, cuando hay una anomalía en la comunicación entre los dos cerebros, se producen patologías digestivas como el síndrome del intestino irritable. No hay causa orgánica ni patología. En estos casos, se pone de manifiesto un fallo entre los nervios y las mucosas, por lo que las neuronas de estos pacientes son mucho más sensibles.
La microbiota
Somos un ecosistema; ¡tenemos más ADN bacteriano que humano!
Cuanto más rica es nuestra microbiota, más sanos estamos, y viceversa.
Estos «microbios» nos ayudan a diario, porque actúan sobre :
- La digestión y la absorción
- La producción de ácidos grasos de cadena corta, que son antiinflamatorios
- La producción de vitamina K y vitaminas del grupo B
- La inmunidad (el 80% de nuestras defensas inmunitarias están dirigidas por nuestras bacterias y derivan de la microbiota)
- El cerebro, al segregar sustancias
- Seguridad, ya que nos permiten determinar qué es tóxico para nuestro organismo.
Cada semana se publican nuevos estudios sobre este tema. En la actualidad, se observa una disminución de la diversidad de nuestras bacterias, lo que se cree que está relacionado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares y la diabetes. Y los resultados muestran la influencia de las bacterias en estas enfermedades.
El INRA estudia el genoma de la microbiota (programa meta-ic) con el objetivo de detectar el papel de las bacterias en la obesidad, por ejemplo. El estudio concluye que los sujetos obesos tienen una microbiota debilitada, sobre todo en la cepa akkermansia muciniphila.
Nuestra microbiota ha cambiado a lo largo del tiempo como consecuencia de varios factores
Dieta
Cuanto más industrializada se ha vuelto nuestra dieta, más pobre se ha vuelto nuestra microbiota, ya que cada vez consumimos menos fibra. Y la fibra es el sustrato principal de nuestras bacterias.
La presencia cada vez mayor de aditivos alimentarios también está minando la diversidad de nuestra microbiota. Como el E433 E466 (aditivos autorizados en el mercado), muy utilizados por sus propiedades emulsionantes, pero que tienen consecuencias destructivas para las bacterias intestinales.
Esta falta de diversidad bacteriana aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.
Antibióticos
Los antibióticos son, por supuesto, indispensables en ciertos casos, pero cuidado con nuestra microbiota: tomar antibióticos puede hacer que perdamos para siempre cepas de bacterias en nuestro intestino. Los antibióticos erradican tanto las bacterias patógenas como las no patógenas. Sólo tenemos que hacer un mejor uso de los antibióticos sin abusar de ellos.
Cesáreas
Las cesáreas son cada vez más frecuentes. En Brasil y China, por ejemplo, algunas ciudades tienen tasas de cesáreas del 80-90%. Con este procedimiento, el bebé no ingiere las bacterias vaginales en el camino. Aunque el bebé desarrolle posteriormente su microbiota, al mamar, al estar en contacto con otros… no podrá compensar la constitución que habría creado con el parto vaginal. Y esto no se compensará.
Actualmente estamos estudiando la idea de tratar a los recién nacidos con bacterias vaginales. El bebé succiona una muestra tomada de la vagina de la madre para constituir su propia flora.
Proyectos y futuro
Trasplantes de microbiota
Cada año mueren en Estados Unidos 29.000 personas a causa de una bacteria resistente: Clostridium difficile. A menudo, tras un tratamiento antibiótico, el clostridium aprovecha el espacio liberado en la flora tras el tratamiento para instalarse.
Cuando todos los tratamientos antibióticos han fracasado, se propone esta técnica de trasplante fecal. Se recogen heces humanas compatibles para tratar a los pacientes. Entonces actúan como un medicamento, curando a los pacientes en 24 horas. Y ello con una tasa de éxito del 94% para los portadores de clostridium difficile, lo que es espectacular (frente al 30% con antibióticos). Estas tasas de éxito son imposibles de alcanzar con cualquier fármaco. El trasplante se realiza por vía rectal o nasal (sonda nasogástrica). Actualmente, esta técnica sólo está autorizada para el clostridium difficile.
Una plaga mundial: la obesidad
Como demuestran los estudios, los pacientes obesos tienen una microbiota debilitada. Los ensayos con ratones demuestran que el trasplante de la microbiota de un ratón sano provoca una pérdida de peso en los ratones obesos. Esto promete ser una vía muy prometedora, y el caso también es válido para la diabetes.