[Artículo actualizado el 19/09/2023]
¿Quién no ha sucumbido a la tentación de una comida congelada, con un sabor más que aceptable, lista en menos de 10 minutos (si no 5), después de un día ajetreado y estresante o simplemente por falta de tiempo?
Los platos preparados, y los alimentos procesados en general, aparecieron en el mercado francés en los años 70 y 80, y han revolucionado poco a poco la vida cotidiana de millones de franceses. Tienen muchas ventajas, pero la principal es el tiempo que ahorran a los hogares. La mayoría de los hogares contaban ahora con dos personas trabajando a tiempo completo y, al igual que los electrodomésticos, la aparición de estos productos transformados iba a convertirse en un verdadero símbolo de modernidad.
Más de 40 años después, los productos transformados son bien conocidos por el gran público y su consumo se ha disparado, pero la imagen que tenemos de ellos también ha evolucionado mucho. En este periodo de tiempo se han llevado a cabo numerosos estudios que han permitido tomar conciencia de que el aumento del consumo de estos productos podría tener consecuencias nefastas para la salud de los consumidores (diabetes, sobrepeso, enfermedades cardiovasculares, disbiosis intestinal, etc.). Demasiado grasos, demasiado dulces, demasiado salados, una gran fuente de aditivos destinados a mejorar las cualidades organolépticas o la conservación, estos productos, caracterizados por su hiperpalatabilidad, no cuentan con el favor de la profesión médica.
¿Cómo evitarlos? He aquí algunas respuestas para inspirarnos en nuestra vida cotidiana.
Soluciones cotidianas
Un producto procesado (o ultraprocesado) se caracteriza generalmente por la presencia de al menos 5 ingredientes ensamblados o reconstituidos mediante uno o varios procesos industriales. En el extremo opuesto de estos productos se encuentran, por definición, los productos crudos, es decir, los productos no transformados que contienen generalmente menos de 5 ingredientes (frutas, verduras, pescado, carne, semillas, cereales, etc.).
La solución más evidente para limitar el consumo de productos transformados es, por tanto, fomentar la compra de productos crudos, y transformarlos y montarlos uno mismo en la cocina. Uno de los principales obstáculos citados es el tiempo que lleva cocinar, y está claro que no todos los hogares disponen del mismo tiempo para cocinar todos los días.
Una de las formas más fáciles de ahorrar tiempo es elegir un hueco en la semana para cocinar por adelantado. Es más fácil encontrar un hueco de 2 a 3 horas seguidas a la semana que de 30 a 60 minutos al día.
La gran mayoría de las recetas se pueden congelar, lo que significa que puede tener el efecto «comida preparada» a diario con sólo descongelar una receta previamente cocinada en el espacio de 5 minutos, evitando al mismo tiempo el impacto negativo de los productos procesados. Estos momentos de «cocinar por adelantado» son también una oportunidad para cocinar en cantidades mayores de lo habitual, de nuevo con vistas a ahorrar tiempo.
También hay una gran cantidad de libros de cocina disponibles, y ahora es aún más común encontrar nuevas recetas directamente en Internet a través de sitios especializados, blogs o vídeos de YouTube. Es una forma estupenda de estar al día y probar nuevos alimentos que no se te ocurrirían instintivamente.
También existe una alternativa cada vez más popular en los hogares: las ollas de cocción lenta. Creemos que es importante desmentir un viejo mito: no, no todos son tan caros como los procesadores de alimentos de gama alta como la Thermomix. De hecho, un simple robot de cocina (Cookeo, Cook4Me, o CookAtHome, etc.) que le permite preparar recetas a partir de ingredientes crudos ya está en el mercado por menos de 200 euros. Estos electrodomésticos representan una inversión a largo plazo que ahorra una cantidad considerable de tiempo en el día a día. Una vez más, para cada uno de estos electrodomésticos hay disponible directamente en internet una amplísima selección de recetas.
Conciencia generalizada
Sin embargo, las soluciones descritas no bastan por sí solas para orientar a los consumidores en su elección de productos.
En los últimos años, hemos asistido a la aparición de una voluntad real por parte de numerosos agentes sanitarios de poner freno a este fenómeno y garantizar la protección de la salud de los consumidores en los próximos años.
El Consejo Superior de Salud Pública francés (HCSP) ha añadido el objetivo de reducir el consumo total de alimentos transformados y ultraprocesados en un 20% del consumo medio en Francia de aquí a 2022. Este ambicioso objetivo pone de relieve los importantes proyectos que están llevando a cabo numerosos equipos de investigación en Francia y en todo el mundo, así como el desarrollo de herramientas innovadoras.
La herramienta más sugestiva para los productos transformados es la clasificación NOVA. Esta clasificación es el resultado de varios años de investigación de equipos brasileños a principios de la década de 2000. La herramienta se presentó por primera vez en 2009, con la idea innovadora de clasificar los alimentos en 4 categorías que van de 1 a 4 (similar a la Nutri-Score francesa, por ejemplo), correspondiendo el grupo 1 a los alimentos mínimamente procesados o no procesados, y el grupo 4 a los alimentos ultraprocesados.
Esta clasificación ya está reconocida en todo el mundo, pero aún no es de uso generalizado. El sitio web OpenFoodFact, un actor importante en la referenciación colaborativa de productos comercializados en todo el mundo, ha optado por integrar esta puntuación NOVA en su plataforma desde principios de 2021. Pero el uso de esta clasificación aún no está generalizado, y mucho menos es obligatorio. No cabe duda de que esta práctica evolucionará en los próximos años, siguiendo el ejemplo de la mencionada Nutri-Score, que se encuentra cada vez más en los envases de productos industriales, aunque actualmente no sea obligatorio mostrarla.
Mientras tanto, hay un truco sencillo que podemos utilizar al comprar alimentos: basta con mirar la lista de ingredientes durante unos instantes, para hacer un recuento rápido. Si el número total de ingredientes es superior a 5, a menudo el alimento ha sido sometido a varias operaciones de transformación.
Como suele ocurrir, concluiremos citando a Paracelso: «todo es veneno, nada es veneno, es la dosis la que hace el veneno». No olvidemos que estos productos pueden formar parte integrante de una alimentación variada, equilibrada y agradable, pero evitemos utilizarlos a diario.