[Artículo actualizado el 19/09/2023]
Los días son cada vez más largos, disfrutamos del sol durante más tiempo… ¡La primavera está en pleno apogeo y el verano a la vuelta de la esquina!
Se acerca la época de las barbacoas, las vacaciones de verano, la playa, la piscina, la ropa ligera… Pero, ¿por qué para muchos de nosotros llega la época de la ansiedad, el estrés y la vergüenza?
Desde hace demasiados años, el verano es sinónimo de cuerpo veraniego. Tenemos que lucir un cuerpo de ensueño en la playa, esculpido en un tiempo récord… ¿Es esto posible? ¿Tenemos que caer en este dictado de la moda y la delgadez (por no decir delgadez) para ser felices?
Este cuerpo de verano está en boca de todos, ¡y alimenta los engranajes del negocio de la apariencia!
«La guía para un cuerpo de ensueño en 21 días», «Cura detox «, «Dieta dirigida», «Piel firme y lisa»… y la lista continúa… No olvidemos que para conseguir este objetivo es importante privarse, dejar de disfrutar de las buenas comidas veraniegas, hacer demasiado deporte y, por último… ¡no conseguir nada más que avergonzarse de su cuerpo!
¿Cuántas mujeres y hombres no se ponen el bañador porque les da vergüenza? ¿No se atreven a llevar tops sin tirantes? ¿Se tapan cuando hace un calor insoportable?
Hoy, como dietista que defiende la libertad y la singularidad de cada individuo, a quien le gusta comer sin contar las calorías, me gustaría ofrecerte mi versión del cuerpo de verano… Y sin hacer dieta, por favor, ¡respondiendo a 3 preguntas que deberías hacerte!
Primera pregunta que debes hacerte: ¿Quién soy?
Para mí, ser clara contigo misma es el primer paso. No te dejarás influenciar por revistas y modas malsanas si sabes quién eres, ¡con tus cualidades y defectos!
Por último, me doy cuenta de que esta necesidad de encajar en la norma afecta a las personas que tienen una imagen débil de sí mismas, que no saben valorarse a diario, que se olvidan por completo de sí mismas.
Podríamos hablar de baja autoestima, es decir, de la forma en que nos vemos a nosotros mismos, de nuestro juicio (demasiado severo) sobre nosotros mismos.
En lugar de embarcarte en un programa dietético y deportivo restrictivo que sólo te llevará a la frustración y al agotamiento, ¿qué pasaría si decidieras emprender una búsqueda de ti mismo?
¿Para redescubrir tu confianza y apreciar tu verdadera valía y singularidad?
Eres único… No olvides que es imposible convertirse en otra persona… Así que más vale que empieces por conocerte a ti mismo para convertirte en tu mejor amigo.
¿Hago caso a mi cuerpo o a mi cabeza?
Cuando uno busca en Internet cómo conseguir ese cuerpo de verano idealizado, se encuentra con un montón de reglas estrictas que hay que seguir para perder peso rápidamente. Yo he elegido 3 que me parecen geniales: «sustituir los alimentos ricos en fécula por verduras», «tomar supresores del apetito» y «hacer ejercicio para quemar calorías».
Al final, el objetivo es perder kilos y en ninguna de las líneas se menciona el amor propio… Veámoslo más de cerca.
- Los alimentos ricos en almidón nunca han hecho engordar a nadie. Puedes comer sólo féculas en una comida (pasta en salsa con queso), pan por la noche o pizza… Mientras tengas hambre antes de comer, ¡puedes comer de todo! Comer sin hambre es lo que engorda. Aprende a identificar tu saciedad y respétala. ¡Esta creencia tiene una vida dura y es tenaz! Pero ¡qué error!
- ¡Los supresores del hambre son una mentira! ¿Crees que realmente puedes engañar a tu cuerpo y a sus sensaciones y necesidades? Utilizar este tipo de productos sólo te llevará a cometer excesos más adelante… ¡Aumentarás más peso del que tenías al principio!
No olvides que la magia sólo existe en el mundo de Harry Potter.
- ¡El deporte nunca ha hecho adelgazar a nadie! No, no lo hace… Puedes quemar calorías, por supuesto, pero si quieres adelgazar (si tu cuerpo lo necesita) tienes que respetar tus sensaciones alimentarias además del deporte: hambre y saciedad.
El deporte es una actividad que debe darte placer y hacerte sentir bien, pero en cuanto lo hagas para adelgazar, que no es un objetivo realmente motivador a largo plazo, nunca conseguirás los resultados deseados.
¿Puedo liberarme de los dictados y las falsas creencias?
Por supuesto, ¡pero no es fácil! Cada día, en cada momento, a través de las redes sociales y de la información en todas sus formas, estamos plagados de normas obsoletas que, con un movimiento de varita mágica, te ofrecen soluciones a todos tus problemas.
Puedes recurrir a distintas fuentes de lectura para abrir tu mente, o a profesionales cualificados que te guíen por el camino de la libertad. Pero, sobre todo, necesitas probar cosas para comprender hasta qué punto son sólo fantasía y negocio.
Empieza preguntándote por tu sensación de hambre. ¿Cuántos pacientes me han mirado con los ojos redondos cuando les hablé por primera vez de esta noción? Sin embargo, al nacer y durante la infancia es intuitivo comer sólo cuando se tiene hambre y no querer seguir una vez que se está lleno.
Vuelve a conectar con tu intuición y tus sentidos y aprende a confiar de nuevo en ti mismo.
Termino este artículo con una sencilla conclusión: libérate de esta presión social y aprecia tu cuerpo por lo que es, así es como empieza el verdadero cambio.