Dulces de Halloween: ¿monstruosamente buenos o no?

[Artículo actualizado el 19/09/2023]

El otoño ya ha comenzado, y octubre avanza sin sobresaltos para terminar con una celebración que todos conocemos: Halloween.

Antes de seguir leyendo

No soy una experta en este campo, pero me apasionan la nutrición y la salud.

Los artículos que encontrarás en mi sitio son el resultado de una investigación en profundidad que me gustaría compartir contigo. Sin embargo, me gustaría subrayar que no soy un profesional de la salud y que mis consejos no deben sustituir en ningún caso a los de un médico cualificado. Estoy aquí para orientarte, pero es importante que consultes a un profesional en caso de dudas específicas o preocupaciones médicas. Su bienestar es importante. Así que asegúrate de consultar a los especialistas adecuados y cuídate lo mejor posible.

Esta noche, que precede a Todos los Santos, es para la mayoría sinónimo de dulces que devoramos nosotros y/o nuestros hijos.

Como dietista y nutricionista, me gustaría arrojar algo de luz sobre el tema de los dulces, que cada año se consumen entre 3 y 4 kg/persona.

¿Es aconsejable comerlos o debemos evitarlos como si fueran pequeños monstruos?

¿De dónde vienen los dulces?

Spoiler alert: ¡los caramelos no crecen en los árboles! Así que no se trata de un producto natural, sino de un alimento 100% industrial cuyos componentes son fruto de la industria.

Fue en el siglo XIX cuando el comercio de dulces se democratizó gracias al desarrollo de la industria azucarera y de la remolacha azucarera.

Antes, no todo el mundo tenía acceso a estos tesoros gustativos, y sólo los muy ricos podían permitírselos.

El dulce se remonta al año 600 a.C., a la época de la Antigua Persia.

200 años más tarde, gracias a Alejandro Magno, el azúcar de caña se utilizó con fines terapéuticos.

En 1484, sólo los boticarios (farmacéuticos) podían utilizar azúcar, y no fue hasta el siglo XV cuando pasó a formar parte de la cocina, convirtiéndose en un manjar reservado a los muy ricos.

Los caramelos pueden ser dulces o ácidos. Los hay de todas las formas y colores.

Berlingo, caramelos de miel, caramelo, malvaviscos, turrón, almendras garrapiñadas, praliné, piruletas, rollos de regaliz… ¡La lista es interminable! Hay para todos los gustos.

¿Qué aportan los dulces desde el punto de vista nutricional?

Los caramelos pertenecen a la familia de los productos dulces. Esta familia, en la pirámide alimentaria, es la que se encuentra en la cúspide, es decir, la que debe consumirse ocasionalmente.

Desde el punto de vista nutricional, los dulces no tienen ningún interés, ya que no contienen vitaminas.

Es un alimento hipercalórico y no esencial, ya que está compuesto en un 80% de azúcar simple (muy a menudo procedente del jarabe de glucosa) y de ácidos grasos saturados.

Los dulces proporcionan al organismo un efecto de «arranque», es decir, energía que puede utilizarse rápidamente pero que se consume con la misma rapidez, generando picos de azúcar en sangre (y posibles hipoglucemias reactivas, es decir, «bajones de energía»).

La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda una ingesta diaria de 25 g de azúcar. Con 5 lenguas de gato (caramelos ácidos) ya has alcanzado el umbral recomendado.

El inconveniente de consumir demasiado azúcar es que :

  • favorecer el aumento de peso, lo que es malo para la salud
  • aumentar los niveles de triglicéridos
  • favorecer la resistencia a la insulina en la sangre = hiperglucemia crónica = riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2.

Debido a sus llamativos colores, los dulces están llenos de aditivos: colorantes y aromatizantes de todo tipo.

Cuidado con aditivos como el E131 y el E171, que pueden provocar reacciones alérgicas o cancerígenas.

Sin embargo, puedes buscar caramelos con colorantes o aromas naturales.

Los dulces ácidos deben consumirse con moderación, ya que un consumo elevado y prolongado (sobre todo en niños pequeños) altera el pH de la saliva y favorece la aparición de caries y la desmineralización del esmalte dental.

La gelatina de los caramelos, elaborada a partir del cerdo, no es muy apetitosa. Saber cómo se fabrica podría incluso disuadirle de comer demasiada. Sin embargo, hay caramelos que utilizan pectina de frutas, agar-agar o gelificantes vegetales.

¿Puedo comerlos?

Claro que sí. Y no debe abstenerse de comerlos, pues de lo contrario se sentirá frustrado e inevitablemente tendrá antojos en el futuro (y, por tanto, consumirá grandes cantidades).

Deben comerse con placer, en momentos especiales, en ocasiones especiales, con plena conciencia (es decir, sin hacer otra cosa al mismo tiempo) y en pequeñas cantidades.

Cuidado con la imagen de los dulces como recompensa para los niños. Con el tiempo, esto conduce a una relación distorsionada con los alimentos dulces, que no son recompensas sino fuentes de placer gustativo.

Cuidado con los dulces sin azúcar. En ningún caso debes/puedes sustituir los dulces por este tipo. El azúcar y el jarabe de azúcar de la receta original pueden sustituirse por otra forma de azúcar (isomalt, por ejemplo) que aportará el mismo número de calorías, además de otros inconvenientes como hinchazón o problemas digestivos.

Un estudio ha demostrado que cuantos más colores hay en un paquete, más se come (el marketing y su poder sobre nuestro consumo es increíblemente poderoso). Así que, ¡elige un paquete monocolor!

Recetas caseras para Halloween

Monstruos de malvavisco de Halloween

Ingredientes

  • 1 paquete de malvaviscos
  • Ojos de azúcar (o smarties + un toque de chocolate derretido para la pupila)
  • Bolígrafos de gel de colores (o hilos de caramelo de colores)

Receta:

Pega los ojos en cada malvavisco con un rotulador de gel (un ojo, 2 ó 3 para efectos más monstruosos).

Utiliza el rotulador de gel para crear peinados extravagantes.

Caramelos de plátano

Ingredientes

  • 90 g de azúcar glas
  • 1 cucharada de aroma de plátano
  • 3 cucharadas de miel líquida
  • 1 cucharada de zumo de limón
  • 5 cucharadas de agua fría
  • 1 cucharadita de colorante amarillo
  • 8 hojas de gelatina

Receta:

Colocar las hojas de gelatina en un cuenco con agua fría para que se ablanden (no dude en utilizar un vídeo para ayudarse con la técnica).

Vierta el azúcar glas y el agua en un cazo. Calentar a fuego lento hasta que se forme un almíbar. Añadir la miel, el aroma y el colorante. Llevar a ebullición.

Cuando empiece a hervir, retirar el cazo del fuego y añadir las hojas de gelatina escurridas. Mezclar bien. Añadir el zumo de limón.

Con una cuchara, verter la mezcla en moldes de silicona pequeños y dejar enfriar durante 2 horas. Desmoldar con cuidado y disfrutar.