Mi cuerpo – ¿Cómo puedo amarte?

[Artículo actualizado el 19/09/2023]

El cuerpo, el cuerpo físico o ese trozo de carne que nos rodea es a menudo el blanco de insultos, desvalorización y dietas draconianas… Este cuerpo, que sufre por falta de amor, que nos hace sentir insatisfechos, que maltratamos con palabras o acciones que van en contra de su naturaleza, no ha pedido nada…

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No soy una experta en este campo, pero me apasionan la nutrición y la salud.

Los artículos que encontrarás en mi sitio son el resultado de una investigación en profundidad que me gustaría compartir contigo. Sin embargo, me gustaría subrayar que no soy un profesional de la salud y que mis consejos no deben sustituir en ningún caso a los de un médico cualificado. Estoy aquí para orientarte, pero es importante que consultes a un profesional en caso de dudas específicas o preocupaciones médicas. Su bienestar es importante. Así que asegúrate de consultar a los especialistas adecuados y cuídate lo mejor posible.

¿Y si dijéramos basta? ¿Y si aprendiéramos a comprender y amar esta envoltura carnal con el objetivo de estar por fin en paz con ella, aceptarnos y liberarnos de ella?

Nuestro cuerpo ha sido influenciado por la sociedad a lo largo de los siglos, y aquí hablaremos del cuerpo de la mujer en particular.

A lo largo de la historia, la sociedad nos ha impuesto una imagen corporal muy estricta y rígida, definiendo el cuerpo como criterio último de belleza.

Pero, ¿cómo encontramos nuestro lugar? ¿Cómo podemos sentirnos satisfechas con lo que somos, sabiendo que es imposible convertirnos en un clon de esos cánones de belleza retocados por el software?

En este artículo, te ofrezco las claves para liberarte de la forma en que miramos nuestro cuerpo, para que puedas convertirte simple y magníficamente en ti mismo.

La evolución del cuerpo a lo largo de los siglos

Desde la antigüedad hasta nuestros días, si hay algo que podemos afirmar es que los criterios de belleza y de imagen corporal han evolucionado mucho, ¡llegando a todo tipo de extremos!

En el Paleolítico, si nacías en Europa, te adoraban por tu carne y tus curvas, pero si nacías en Egipto, te adoraban y veneraban por ser delgado, musculoso y esbelto. Si eras chino, te obligaban a tener los pies mutilados en forma de flor de loto, una figura esbelta, la piel muy pálida y los ojos grandes.

En la Edad Media eran populares las rubias, con cintura de avispa, luego en el Renacimiento el canon de belleza pasó a ser muy pálido, blanco y regordete.

En los años veinte, la mujer ideal tenía el pecho plano, una figura esbelta, el pelo corto y un estilo aniñado.

Después de la guerra, la delgadez era signo de mala salud, por lo que la gente prefería a las mujeres sensuales y exuberantes, como la famosa Marilyn Monroe.

Después, el cine, cada vez más popular, nos dio su cuota de dictados para el cuerpo femenino, desde la sensualidad exuberante hasta la delgadez hiperandroginosa que vemos hoy en día.

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La imagen corporal actual: un enfoque de nuestro tiempo

En 2020 podemos identificar claramente dos tendencias, dos siluetas consideradas «la norma».

Por un lado, tenemos cuerpos que reflejan una hiperdelgadez, sin vello ni protuberancias, esas supermodelos que se mueren de hambre para permanecer en la pasarela cueste lo que cueste. Cuerpos de mujer que parecen de hombre y cuerpos de hombre que parecen de mujer, sin forma, pálidos, casi esqueléticos.

Por otro lado, vemos mujeres excesivamente lozanas, con nalgas muy generosas y redondeadas (y nos preguntamos cómo es posible tener semejante trasero sin pasar por el quirófano…) sin dejar de tener una cintura de avispa extrema.

Pero me parece que en todo este desfile de cuerpos idealizados se ha olvidado una noción muy importante… ¡La unicidad de todas y cada una! No hay dos mujeres iguales. Todas llevamos dentro nuestra historia, nuestras heridas y nuestros cuerpos son un reflejo de lo que somos. No puede haber dos cuerpos idénticos… ¡Y sin embargo eso es lo que la gente nos quiere hacer creer!

¡No olvides tu sin-gu-la-ridad! Eres única, no hay dos como tú… Es sencillamente imposible.

Lo que hace bella a una mujer no es el tamaño de sus muslos, sus nalgas o sus caderas, sino lo que desprende… Confianza y seguridad en sí misma. Una mujer (o un hombre) que se siente bien consigo misma, sea cual sea su aspecto, estará mucho más radiante y luminosa que alguien que «se ajusta a la norma». No olvides el papel de la mente y el bienestar psicológico en la «belleza».

groupe d'amies

Cómo amar mi cuerpo: consejos y ejercicios

Sentirte bien con tu cuerpo puede requerir un poco de introspección y trabajo de desarrollo personal, ya que puede ser un fantasma muy arraigado del pasado, pero mientras tanto (si necesitas trabajar en ti mismo) voy a darte mis consejos prácticos para ayudarte a sentirte bien con tu cuerpo y ¡ayudarte a amarlo un poco más cada día!

  1. Masajea tu cuerpo: es fundamental tocar tu cuerpo, conocerlo y, sobre todo, hacerlo sentir bien. Puedes utilizar cremas, pero yo te recomiendo los aceites, que son más untuosos y tardarán más en penetrar en tu piel, y por tanto más en masajearte. Masajéate con las manos, un guante o cualquier otro utensilio que te permita cuidarte.
    No hace falta que te mires al espejo durante este tiempo, sobre todo si estás acomplejada por tu imagen. Puedes simplemente aplicarte el aceite tranquilamente después de la ducha, en paz y tranquilidad, solos tú y tú. Es un tiempo para ti, contigo misma.
  2. Pensamientos positivos sobre tu cuerpo: mi segundo consejo es que te digas cosas cariñosas y amables a ti misma y que impidas que te lleguen pensamientos negativos. Di no a los insultos, a la devaluación y a la culpa. Lleva el problema en la dirección contraria y susurra piropos a tu cuerpo, a las partes que menos te gustan: «me encantas», «eres preciosa tal y como eres», «eres sexy», etc. A fuerza de repetir estas palabras una y otra vez, acabarás creyéndotelas de verdad y poco a poco arraigarán en ti (y curarán tus males).
  3. Atención plena y respiración: ¡para ayudarte a recuperar el control de tu cuerpo! Dedicar tiempo a respirar de forma consciente te permitirá concentrarte por completo en ti mismo. Puedes empezar simplemente observando tu respiración durante unos minutos y luego respirando en distintas partes del cuerpo (la cara, los hombros, la caja torácica o el estómago). El objetivo es estar atento a esas partes de tu cuerpo en las que nunca piensas. Estar ahí, contigo, en el momento presente.

No olvides que existen audios, vídeos, aplicaciones gratuitas y muchas otras formas de practicar este ejercicio.

Estas son mis claves para que vuelvas a amar tu cuerpo (o lo hagas por primera vez). Con paciencia y práctica, serás capaz de dominar estas herramientas, que son increíblemente poderosas cuando se utilizan correctamente.

Amar tu cuerpo es posible, ¡depende de ti!