[Artículo actualizado el 19/09/2023]
¿Qué significa «ponerse a dieta»?
Según el diccionario Larousse, en el contexto de la alimentación, la palabra «régimen» puede tener 2 definiciones:
- Conjunto de prescripciones relativas a la alimentación y destinadas a mantener o restablecer la salud: por ejemplo, régimen vegetariano, régimen sin gluten, etc.
- Comportamiento alimentario caracterizado por restricciones: seguir una dieta.
Para la población en general, la palabra «dieta» se refiere principalmente a la segunda definición.
Restricción significa :
- Limitación del aporte energético a una dieta hipocalórica inferior a las necesidades del organismo, con el fin de obligar al organismo a recurrir a sus reservas.
- Limitar o incluso prohibir el consumo de ciertos alimentos que se considera que favorecen el aumento de peso, como las grasas y los productos azucarados.
- ¿Cuáles son las consecuencias?
El riesgo de efecto yoyó
Si ingiero menos energía de la que mi cuerpo necesita, éste recurrirá inicialmente a sus reservas. Sin embargo, al cabo de un tiempo, para mantener sus reservas vitales y no exponerse a un riesgo demasiado elevado, reducirá su gasto energético, en particular el gasto energético en reposo, lo que se conoce como tasa metabólica basal más baja. La pérdida de peso se detendrá entonces.
A medida que se detiene la pérdida de peso, me controlo más y corro el riesgo de reducir aún más mi tasa metabólica basal.
Al cabo de un tiempo, pierdo el control, dejo la dieta y vuelvo a comer como antes, incluso más que antes al recuperarme de las frustraciones de la dieta. Sin embargo, si vuelvo a mi ingesta calórica anterior con una tasa metabólica basal más baja, engordo todo lo que perdí, o incluso más, porque mi cuerpo puede tender a crear nuevas reservas para prepararse para el siguiente período de restricción y dieta.
Así, con cada dieta, corro el riesgo de perder cada vez menos peso y ganar cada vez más.
El riesgo de carencia de nutrientes
Cuando falta energía, también faltan nutrientes.
Por ejemplo, si limito mi consumo de grasas, corro el riesgo de sufrir una carencia de omega-3, grasas esenciales para mi cerebro, o de vitaminas A, E, K y D, vitaminas que sólo son solubles en las grasas.
El riesgo de desarrollar restricción cognitiva y la aparición de alimentos tabú
La restricción cognitiva es la intención de controlar la ingesta de calorías imponiéndose una serie de obligaciones y prohibiciones alimentarias con el objetivo de perder peso o mantenerlo. Se trata de establecer un sistema de control mental que nos distraerá de nuestra regulación fisiológica y de nuestras necesidades, ya sean para nuestro cuerpo o para complacernos a nosotros mismos, y puede llevarnos a clasificar los alimentos como «buenos» o «malos» o «que engordan» o «que adelgazan».
Entonces pensamos mentalmente y no según las necesidades del cuerpo o del corazón, y corremos el riesgo de crear restricciones y frustraciones.
El riesgo de desarrollar trastornos alimentarios
Los trastornos alimentarios suelen comenzar con una fase de restricción voluntaria y controlada, es decir, ¡una dieta! Sin embargo, lo que al principio es voluntario, más tarde es controlado por el trastorno, y la enfermedad toma el control.
Para algunas personas, la restricción puede conducir a una necesidad de control extremo, que culmina en la anorexia nerviosa.
Para otras, puede suponer un alto riesgo de desarrollar atracones o bulimia. Esto se debe a que el cuerpo está tan falto de calorías que intentará compensarlo ingiriendo grandes cantidades de alimentos. Los comportamientos restrictivos reaparecen después de los atracones, y comienza el círculo vicioso de restricción y atracón.
Entonces, ¿cómo perder peso sin ponerse a dieta?
Los hábitos alimentarios y el peso están regulados por el principio de homeostasis, es decir, los procesos de regulación mediante los cuales el organismo mantiene sus distintas constantes para preservar un estado de equilibrio.
Satisfaciendo mis necesidades energéticas
Cuando tenemos un déficit calórico, cuando bajan nuestros niveles de azúcar en sangre o cuando nuestro porcentaje de grasa corporal desciende por debajo de nuestro umbral de equilibrio, nuestro cuerpo nos envía señales de hambre para que le proporcionemos la energía y los nutrientes que necesita.
Cuando le hemos proporcionado la energía que nuestro cuerpo necesita, éste nos envía señales para que dejemos de comer: es la saciedad. Esto se conoce como saciedad, e implica una reducción del placer de comer.
Así pues, al comer cuando tengo hambre y parar cuando estoy lleno, he proporcionado a mi cuerpo la energía que necesita.
Satisfaciendo mis necesidades fisiológicas
Para que nuestro cuerpo funcione correctamente, necesitamos suministrarle una serie de nutrientes en forma de hidratos de carbono, lípidos y proteínas, así como vitaminas, minerales, fibra, etc.
Para ello, necesitamos una dieta variada que contenga todas las familias de alimentos, como alimentos ricos en proteínas, alimentos ricos en almidón, frutas y verduras, productos lácteos, etc.
Satisfaciendo mis necesidades emocionales
Los alimentos que ingerimos desprenden olores y sabores… y elegimos comer tal o cual alimento en función del placer que nos produce. Por tanto, la ingesta de alimentos desempeña un papel en nuestro bienestar y equilibrio emocional.
Cuando sentimos una emoción dolorosa (tristeza, rabia, frustración, etc.), la alimentación emocional puede ayudarnos a volver a un equilibrio emocional reduciendo el malestar emocional mediante la ingesta de un alimento que nos proporciona placer.
Respetar mi peso saludable
Cuando mi cuerpo está en equilibrio con mis distintas necesidades, puedo alcanzar mi peso saludable.
Cuidado: este peso no es necesariamente nuestro peso ideal ni el peso que queremos tener, pero será el peso que permita a nuestro cuerpo funcionar correctamente.